domingo, 29 de agosto de 2010

VECINOS TRANSFORMANDO ESPACIOS

El pasado Viernes 27 de Agosto se realizó una exitosa Tallarinata Bailable en un salón de la Parroquia del Cerro Cordillera. Vecinos y vecinas de ese sector, un par de bares porteños ya clásicos (Ritual y Canario), y Radio Placeres, hicieron la gracia de reunir a un variopinto de asistentes.



La jornada partió puntual y las cocineras se manejaban en una gran cocina como Maradona en una cancha. Había peinados como en el Canario y las mesas pronto se llenaron de parroquianos y afuerinos que venían de otros cerros. La ocasión permitía aportar a la recuperación de la Iglesia Santa Ana, recinto pensado actualmente para que funcione como el centro social y cultural que le falta a la comunidad del sector. Los dineros reunidos serán para realizar la instalación eléctrica del lugar y facilitar con ello su ocupación.


Pasaron por el escenario los rumberos del Trío Ternura y desplegaron el calor que se sacude desde percusiones y guitarreos, luego la cueca de “La Chilena” y el 18 de Septiembre en año de Bicentenario ya se empezaba a sentir, como se siente que 32 peñis estén en Huelga de Hambre muriéndose por leyes injustas y los medios de comunicación no le informen a la población. Aplausos espontáneos y las muestran de solidaridad desde la concurrencia ante la mención de uno de los artistas. Al pasar vimos una intervención de Haydee, pero sin su guitarra, notable su voz.


Seguían llegando personas y con ello la dinámica de la cocina no bajaba su intensidad, los tallarines con salsa roja y blanca saciaban el hambre de los comensales, otros estaban escuchando los relatos, historias y chistes de Don Corcho alias José. Una vez cerrada la cocina, toda la atención se fue hacia la pista de baile, incluido el que relata. Los djs de la Placeres se convertían en pinchacanciones cibernéticos, “¡¡¡con cualquier cosa bailan, es el mejor público!!!”, decía uno de los dijeis que ponía la cumbia villera a disposición de los cuerpos.

Todo terminó pasadas las 3 de la mañana cuando el cura de la iglesia pidió descansar y bajar la intensidad de la música. Se encendieron las luces y se daban los últimos besos al alcohol que acompañó la noche. “La raja ayudar así a la iluminación de espacios públicos”, se fueron murmurando algunos mientras bajan desde el cerro al plan, aún con los timbales y las guitarras y el alcohol regando el cuerpo.

René Squella Soto

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