… están en todos lados”, dice una kuña de aquellas que caracterizan el humor de Radio Placeres. Y claro, la verdad es que debemos recordar que efectivamente desde hace un tiempo están en todos lados, o por lo menos en 50 sectores de la ciudad de Valparaíso. Son cámaras de alta definición que, en una de esas y como pasa en las películas Hollywoodenses, pueden hasta conocer el tipo de sangre del individuo que les llame la atención.
Personalmente la verdad es que no me tranquilizan mucho, ¡es más! me incomoda el hecho de saber que una persona me esta observando si me estoy fumando un porro, tomando una chela, sacándome los mocos o rascándome el culo. Encuentro desagradable el sentirse observado por nuestra seguridad, más aún cuando se están generando tremendos negocios con esto de la intranquilidad ciudadana, atacando a la delincuencia desde sus efectos más que desde las causas que la están ocasionando.
Más que en cámaras de vigilancia, más que autos de seguridad ciudadana, más que en circuitos sofisticados de alarmas y perros entrenados para asesinar, los millones y millones de pesos que se gastan debieran destinarse a educación de calidad para toda la gente, o bien a trabajos en condiciones de seguridad y de respeto de los pocos derechos laborales que aguanta hasta este minuto el Sistemita. Quizás mejorar la calidad de las viviendas evitando el hacinamiento, o incluso con medidas tan simples como consolidar una televisión más educativa, cultural y comunitaria.
50 cámaras!!!, sin contar todas aquellas que cuidan los negocios de privados que protegen sus bienes como si en ello se les fuera la vida. Nos están fisgoneando y con ello el sujeto panóptico funciona a la perfección para controlar la vida de los habitantes de la ciudad, no se va a las causas y se siguen haciendo experimentos para atajar la delincuencia que germina en todo sistema alimentado por la injusticia.
Miren en las esquinas porteñas hacia el cielo y en ello verán perderse algo de libertad, una cámara puede estar en ese preciso instante también mirándote, un sapo pero tecnologizado y lejano desde donde nos encontramos.
Más que en cámaras de vigilancia, más que autos de seguridad ciudadana, más que en circuitos sofisticados de alarmas y perros entrenados para asesinar, los millones y millones de pesos que se gastan debieran destinarse a educación de calidad para toda la gente, o bien a trabajos en condiciones de seguridad y de respeto de los pocos derechos laborales que aguanta hasta este minuto el Sistemita. Quizás mejorar la calidad de las viviendas evitando el hacinamiento, o incluso con medidas tan simples como consolidar una televisión más educativa, cultural y comunitaria.
50 cámaras!!!, sin contar todas aquellas que cuidan los negocios de privados que protegen sus bienes como si en ello se les fuera la vida. Nos están fisgoneando y con ello el sujeto panóptico funciona a la perfección para controlar la vida de los habitantes de la ciudad, no se va a las causas y se siguen haciendo experimentos para atajar la delincuencia que germina en todo sistema alimentado por la injusticia.
Miren en las esquinas porteñas hacia el cielo y en ello verán perderse algo de libertad, una cámara puede estar en ese preciso instante también mirándote, un sapo pero tecnologizado y lejano desde donde nos encontramos.