Desde el 3 y hasta el 5 de diciembre se realizó en Santiago el merecido y póstumo funeral del destacado cantante, compositor, actor y director de teatro Víctor Jara. Las palabras son pocas y mezquinas a la hora de querer expresar la intensidad de aquellos días. Miles de personas concurrieron a dar el último adiós a un hombre, artista y militante consecuente, sensible, y comprometido con su pueblo.
Las puertas del Galpón que lleva su nombre frente a Plaza Brasil se abrieron al mediodía del jueves 3 de diciembre. A la espera de poder ingresar ya se encontraban cientos de personas de todas las edades. A medida que transcurría el día fueron aumentando las visitas, hasta convertir este homenaje en un acto masivo que llenó la plaza entera, donde en un escenario instalado para la ocasión se presentaban artistas deseosos de regalar su música y danzas al querido Víctor.
A las 10: 30 horas del sábado 5 los restos del artista fueron trasladados en una magnífica romería que tenía como destino el Cementerio General. Cinco horas de caminata fueron necesarias para llegar al lugar debido a la gran cantidad de gente que deseaba ver, tocar, saludar o simplemente arrojar una flor a la carroza fúnebre que trasladaba los restos del cantor popular chileno por excelencia, cuyo entierro es emblema de una justicia que debe llegar a todos, los que como él, sufrieron los horrores de la dictadura.
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