De la estúpida carrera armamentista nuclear, destinada a aniquilar a la humanidad de un solo golpe y con el arma nuclear, se ha pasado a la absurda militarización de todos los aspectos de la vida de las sociedades nacionales, militarización destinada a aniquilar a la humanidad en muchos golpes, en muchas partes y de muchas formas. Los antes llamados “ejércitos nacionales” se convierten en simples unidades de un ejército mayor, ése que el neoliberalismo arma y dirige en contra de la humanidad. El fin de la llamada “guerra fría” no frenó el armamentismo en el mundo, sólo cambio el modelo de la mercancia mortal: armas de todos los tamaños y para todos los gustos criminales. Se arman cada vez más no sólo los ejércitos llamados “institucionales”, también lo hacen los ejércitos que el narcotráfico construye para asegurar su imperio. Más o menos rápidamente, las sociedades nacionales se militarizan y los ejércitos supuestamente creados para guardar fronteras de un enemigo externo, voltean los cañones de sus fusiles y los dirigen hacia dentro.
No es posible que el neoliberalismo se haga realidad en el mundo sin el argumento de muerte que ofrecen los ejércitos institucionales y privados, sin la mordaza que ofrecen las cárceles, sin los golpes y asesinatos que ofertan militares y policías. Represión nacional es la premisa necesaria para la globalización que el neoliberalismo impone.
Mientras más avanza el neoliberalismo como sistema mundial, más crece el armamento y el número de efectivos de los ejércitos y policías nacionales. También crecen el número de presos, desaparecidos y asesinados en los distintos países.
Hay quien se conforma con ser un número más en la gigantesca bolsa del poder. Hay quien se conforma con ser esclavo. Con cinismo camina la escala horizontal del esclavo que es también amo de otros esclavos. A cambio de malvivir y de las migajas que el poder le otorgue, hay quien se vende, se conforma, se rinde.
Pero hay quien no se conforma, hay quien decide ser incómodo, hay quien no se vende, hay quien no se rinde. Hay, en el mundo, quien se resiste a ser aniquilado en esta guerra. Hay quien decide pelear.
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No es posible que el neoliberalismo se haga realidad en el mundo sin el argumento de muerte que ofrecen los ejércitos institucionales y privados, sin la mordaza que ofrecen las cárceles, sin los golpes y asesinatos que ofertan militares y policías. Represión nacional es la premisa necesaria para la globalización que el neoliberalismo impone.
Mientras más avanza el neoliberalismo como sistema mundial, más crece el armamento y el número de efectivos de los ejércitos y policías nacionales. También crecen el número de presos, desaparecidos y asesinados en los distintos países.
Hay quien se conforma con ser un número más en la gigantesca bolsa del poder. Hay quien se conforma con ser esclavo. Con cinismo camina la escala horizontal del esclavo que es también amo de otros esclavos. A cambio de malvivir y de las migajas que el poder le otorgue, hay quien se vende, se conforma, se rinde.
Pero hay quien no se conforma, hay quien decide ser incómodo, hay quien no se vende, hay quien no se rinde. Hay, en el mundo, quien se resiste a ser aniquilado en esta guerra. Hay quien decide pelear.
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Ejército Zapatista de Liberación Nacional
Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo
3 de Agosto de 1996
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