1 año y 1 día de la explosión que hizo estallar por los aires el oasis de
Sebastián Piñera el 18 de Octubre del 2019. La mecha la encendieron estudiantes
secundarixs evadiendo el metro ante el alza de la tarifa a los adultos (ni
siquiera a ellos), también ante las frases burlescas de quienes detentan el poder en la
administración del Estado.
La gota que rebalsó el vaso fueron 30 pesos que resumieron 30 años de
mercado y capital por sobre la vida, derechos y ecosistemas. 30 años de
administrar el modelo neoliberal de Friedman y entregar todo el poder al
mercado gracias a un Estado pequeños y subsidiario. Y no fue precisa y exclusivamente
Piñera y la derecha los mayores administradores, fue una centro izquierda
neoliberal que hoy se sienten ofendidos cuando no se quiere pactar con ellos
por quienes queremos construir alternativa al neoliberalismo como dogma de
sociedad.
Una explosión de un país que parecía adormecido pero que estaba fuertemente
enrabiado, se rebeló y exigió finalizar el sistema que funciona en base a una
alta desigualdad, una inhumana precariedad, y una considerable corrupción
político empresarial. ¿Respuesta del Presidente talvez meditada mientras comía
pizzas?: declarar la guerra al propio pueblo que gobierna y sacar los
militares a la calle. “La burguesía no tiene miedo de recurrir al fascismo para
defender sus privilegios”, decía Durruti en el siglo pasado, creo que aplica a nuestra
realidad actual. Pero la respuesta de la población fue contundente, las mayores movilizaciones de los últimos 30 años y con ellos militares debieron volver a sus cuarteles, ellos no tenían la solución para lo que se demandaba en las calles.
Y los 12 meses de revuelta popular pausada por una Pandemia respiratoria que profundiza las desigualdades y por lo mismo las hace más visibles,
nos hablan de más de 40 muertes asociadas a la rebelión (Aníbal Villarroel, en La Victoria el 18 de
octubre del 2020, la última víctima); más de 400 personas mutiladas y 2
personas cegadas completamente (Gustavo y Fabiola); y más de 2 mil jóvenes
encarcelados por más de 10 meses en algunos casos, ¿su delito?, protestar con
rabia. Hubieran sido empresarios o políticos sorprendidos en casos de corrupción, una
multa, clases de ética, y para la casa.
La gran mayoría de las víctimas de violencia policial aún no accede a
justicia, teniendo el INDH la sistematización de todos los procedimientos que
se han levantado y el mínimo avance en ello. En otras palabras, opera la
impunidad en la violación a los derechos humanos, impunidad entregada por el poder
político con Piñera y Pérez a la cabeza. Tampoco se accede a reparación de los
daños perpetrados por los agentes del Estado. Incluso los recursos en vez de
irse en las víctimas o en el personal de salud que ha dado la lucha contra la
pandemia, se entregan en bonificaciones a Carabineros y Militares, los llamados a reprimir las movilizaciones de las mayorías (¿A los infiltrados les llegará doble bono?, talvez uno por cada identidad, quien sabe).
Existe Impunidad y una dantesca parcialidad en el poder político utilizando a las fuerzas represoras. El
gobierno invoca la ley de seguridad del interior del Estado por un profesor que
destruye un torniquete del metro, pero comprende a parte del gremio camionero
que corta caminos y que presiona a que el poder legislativo apure las leyes de
seguridad que incentiva el propio gobierno. La policía compartía asados mientras
cuidaba la movilización camionera, y eso, la transforma en policía política, pues
solo se ocupa con los adversarios del gobierno de turno o del poder fáctico que
controla realmente las riendas del país. Uno de los fundamentos de la acusación constitucional contra Pérez es justamente eso.
Rozas, el general responsable máximo de todos los crímenes que han cometido sus subalternos, 1 año después sigue respaldado por el gobierno. Queda claro entonces, que la tesis de que las policías se mandan solas, es una sutileza que permite desligar al Presidente Piñera de la responsabilidad de mando sobre carabineros.
Imagino al empresario a cargo de Chile, diciéndole al General Rozas y con presencia de Chadwick y Ubilla, “haga lo que tenga que hacer para contener las manifestaciones”.
“Pero Presidente…” dice el General…
… “Lo que tenga que hacer”, repite Piñera, arreglándose el cuello de la camisa.
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