viernes, 11 de septiembre de 2009

36 AÑOS DE LENTA RECONSTRUCCIÓN

El 11 de Septiembre de 1973 los conservadores ricachones del país con la colaboración del cuco Yanqui anticomunista y militares que decidieron atacar a su pueblo en vez de apoyarlo (¿Desclasados o Arribistas?), derrocaron la única experiencia Socialista vía votación popular en el mundo. El pueblo –o la ciudadanía para ser más modernos en el lenguaje-, usando el juego burgués de elecciones a través de sufragio había accedido al poder, y desde la autoridad presidencial, construiría la patria socialista en donde la redistribución de la riqueza (Nacionalización del Cobre) y la participación popular en la toma de decisiones serían parte de los cambios que se observaban.

En esa misma fecha el planeta estaba dividido en la guerra fría, y el avance del comunismo en Latinoamérica con la soberbia experiencia Cubana, había alertado las antenas del imperio yanqui y gatillado ya variadas experiencias de Dictaduras militares en el continente Sudamericano (Brasil, Argentina, etc.). Chile se había transformado en una tierra prometida para aquellos que huían a la muerte desde sus países, el asilo de activistas e intelectuales de naciones bajo botas militares aportaba a la necesidad chilena de seguir construyendo Socialismo, aún cuando las estructuras del sistema político, económico, cultural y social seguían respondiendo a los intereses de unos pocos por aquellos de unos muchos.

En Chile, los acomodados que querían seguir siéndolo, creaban milicias para desestabilizar el orden establecido a través de sabotajes, o bien obstaculizaban el libre flujo de alimentos y combustibles, o bien acusaban constitucionalmente a ministros del Compañero Presidente Allende. Por otro lado, el pueblo consciente de sus derechos y de las posibilidades de cambios al sistema de dominación y explotación, trabajaba por el bienestar colectivo en empresas del Estado (de tod@s l@s chilen@s), o construía sonriente desde las artes, política y religión esa nación libre y soberana de intereses capitales extranjeros y nacionales que se querían apoderar de su riqueza.

Ese 11 de Septiembre temprano en la mañana comenzaron a asesinar los sueños y utopías que tan cerca de palpaban, de sopetón ametrallaban el poder popular y reestablecían los intereses de las decenas de familias que controlan el país. Les arrancaban la vida a nuestros líderes y si era necesario también a parte de sus familias, lanzaban al mar amarrados con un riel de tren los cuerpos de chilenos –y otros extranjeros- que creían en otro tipo de sociedad, cerraban la página de la existencia de religiosos y religiosas que predicaban convencidos de un Jesús que también era Socialista, pues creía en la repartición equitativa de los bienes.

Hoy, 36 años después la mayoría de los milicos y civiles verdugos se pasean impunemente por las calles del país e incluso pudieron acceder a contratos de honorarios con el mismo ejército en el que cometieron sus tropelías. Los cerebros del Golpe Militar siguen teniendo las riendas del país conduciéndolo a su antojo, y los Socialistas de ayer que se fueron a las Europas, administran eficientemente el aparataje estatal bajo las lógicas neoliberales impuestas a sangre y fuego, “buenos trabajadores estos Socialistas renovados” deben de estar pensando los Edwards y Luksic, los Matte y Urenda, los Larraín y Angelini.

El movimiento social lentamente se sacude de sus heridas y comienza nuevamente a mirarse y confiar en la construcción en conjunto de alternativas al modelo heredado. Los pueblos y los trabajadores se articulan en la defensa de sus derechos básicos que responden a las necesidades que el Estado debiera cautelar a través de una constitución democrática; los medios de comunicación populares establecen redes de trabajo conjunto para poder funcionar con mayor fuerza, tranquilidad y eficiencia; y los conflictos ambientales empiezan a desnudar de manera salvaje y talvez irreversible las falencias de una estructura de saqueo y pillaje aristócrata, incluso despertando la conciencia en un sector de las Iglesias que valoran la naturaleza y se ponen del lado de la vida por sobre la del dinero que a otros, los jefes, les encanta.

36 años después reconstruimos los sueños inconclusos de aquellos que cayeron en Chile y el mundo, es lo justo por la memoria de l@s caíd@s, por la dignidad de nuestros pueblos de distintas naciones, por el equilibro natural que nos alimenta y cobija.

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