martes, 11 de diciembre de 2007

Peatones furiosos

Una ciudad habitable en cuanto a desplazamientos requiere fijar prioridades y la primera han ser los peatones, luego los ciclistas, seguidos del transporte público para, por último, atender a los automovilistas.
REVOLUCIÓN ENERGÉTICA
Donde hay voluntad hay un camino, dice el refrán. Está claro que el Ministerio de Obras Públicas (MOP) no tiene la voluntad, porque no está el camino. Esto ocurre en el Parque Metropolitano o San Cristóbal, en el pulmón verde capitalino, que hasta hace poco era el único gran paseo peatonal de Santiago. Millares de personas concurrían a caminar por sus laderas vedadas al tráfico vehicular. Sin embargo, desde hace un tiempo, sin ninguna consideración, fue clausurado el acceso por La Pirámide por la construcción de túneles y puentes. El MOP no ofreció entradas alternativas y ahora el vasto sector del parque está desierto. Los santiaguinos, de a pie, estarán marginados por al menos dos años de uno de los pocos lugares donde podían caminar sin estar expuestos al tráfico vehicular.
DESARROLLO NO SUSTENTABLE
El MOP mantiene una activa campaña de propaganda radial destacando las virtudes del mentado parque. Más le valdría destinar ese dinero a asegurar que quienes concurren puedan, efectivamente, circular sin convivir con el ruido y las emisiones de gases de los automóviles. La prioridad de las autoridades es asegurar el flujo del tráfico vehicular a expensas de los peatones. Los semáforos están sincronizados de modo de permitir un flujo rápido de quienes optaron por emitir CO2. Los cálculos se hacen en función del número de vehículos que circulan por una vía. ¿Alguien cuenta cuántos peatones deben esperar de pie, expuestos al calor o al frío, el cambio de luces? Si por una esquina pasan 500 vehículos por hora y mil peatones, lo lógico es regular el semáforo para permitir el paso expedito de los últimos. A fin de cuentas los seres humanos son iguales, estén en un vehículo o no.
PERSONAS - BICICLETAS - AUTOMOVILES
A tal punto el ministerio ha desestimado a los peatones que con la construcción de la Costanera Norte simplemente eliminó las veredas que permiten circular desde el puente del Arzobispo a Pedro de Valdivia: sólo un ejemplo. Es de la más elemental lógica que el sistema de transporte debe premiar a quienes no contaminan, no producen ruidos molestos ni menos aún causan congestión: los peatones. Eso se logra con buenas veredas y una semaforización adecuada para los desplazamientos de los bípedos. El fracaso del Transantiago ha tenido, al menos, dos impactos negativos para los peatones. El aumento del flujo de autos redunda en una escasez de estacionamientos y las veredas pasan a ser ocupadas de manera creciente como aparcaderos. Segundo, ha significado, en buena hora, el ingreso de una gran cantidad de ciclistas; éstos, en muchos casos intimidados por las repletas calles, optan por las veredas. En algunos casos circulan a gran velocidad tomando a los peatones como estacas para un slalom con los consiguientes peligros para ambos.
ESPACIOS PARA TODOS
Las calles son para el uso exclusivo de los vehículos motorizados, las ciclovías para los pedaleros y las veredas para los peatones. Las autoridades deben sancionar a los choferes que estacionan sus vehículos en las veredas al igual que a los ciclistas que circulan por ellas. Hace unos días, presencié un incidente de un niño que al salir de una casa casi fue arrollado por un ciclista. Una ciudad habitable en cuanto a desplazamientos requiere fijar prioridades y la primera han ser los peatones, luego los ciclistas, seguidos del transporte público para, por último, atender a los automovilistas. El criterio ha de ser el bien público por encima de los intereses particulares. Los ciclistas han sabido ganar un espacio creciente, reflejado en la construcción de un mayor número de ciclovías. Para presionar surgieron una serie de asociaciones entre las que destacan los "ciclistas furiosos". Así como van las cosas, será necesaria la presencia de un equivalente de los caminantes.

Por Raúl Sohr
Sacado desde diario La Nación

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