Desde el Castillo Wulf de Viña del Mar
El miércoles 5 de Marzo la Ciudad Puerto – Postal de Valparaíso sufría un cuarto día consecutivo de incendio en sus partes altas. El fuego arrasaba con matorrales y árboles, la carencia de lluvias convertía el pasto seco en la ira de las llamas que avanzaban rápidamente consumiendo lo que encontraban a su paso (algo similar a lo que hacen Piñera, Luksic, Matte y tantos otros ejemplos nacionales y extranjeros que se me vienen a la mente).
Valparaíso en llamas no hace mas que hacer una metáfora de una ciudad sumida en el desconcierto y en la deficiente administración municipal en la que se cae en muchos de sus departamentos. El Puerto está siendo torpedeado por las inmobiliarias tal como lo hicieron los españoles cuando les dio a los futuros compatriotas por pelear por la independencia. El Puerto quiere dejar de ser Puerto.
Mientras tanto, Panchito sigue agonizante en sus partes altas, las carencias son las mismas de siempre: cesantía, altos índices de violencia (aunque esta no es privativa de clase social alguna), escasos espacios para el arte y el deporte, adicción a alcohol y drogas duras, y tantos otros efectos sociales que ocurren como se sabe, en un sistema basado en la apariencia del consumo y la masificación del individualismo.
Valparaíso está en llamas y los bomberos yacen cansados, el pueblo está desesperanzado de cambios reales y las organizaciones de base no se reúnen ni se coordinan ni se articulan… el puerto se sigue incendiando, pero por lo menos yo, aún tengo la esperanza de cambios y transformaciones reales, y no solo tengo una esperanza basada en la pelotudez de mi positivismo, sino que la confianza descansa en que trabajo y actúo junto a muchos otros por cambiar el orden de las cosas… el camino es lento, pero el triunfo es innegable.
Para mí, el simple y ramplón reclamo o queja se los dejo a los tontitos de siempre, esos que compran las Ultimas Noticias o La Cuarta esperando informarse, aquellos que ven las comedias y la televisión como entendiendo que la entretención está en esa caja idiotizadora que recrea e invita al consumo (en ningún caso educa o culturiza al pueblo), esos pastelitos que consumen en Líder, Jumbo, Paris, Falabella o Ripley, y siguen hablando de lo aterrador que resulta la concentración de la riqueza… pero siguen dando sus pesos a los mequetrefes que monopolizan los mercados.
Valparaíso está en llamas y muchos de nosotros también… combatimos el fuego con nuestras acciones y nuestros propios fuegos. Avanzamos y superamos la desconfianza y la desesperanza aprendida, participamos de trabajos populares, nos acercamos unos con otros, tejemos redes como la señora Juanita se teje un paletó, y educamos y nos educamos, aprendemos día tras día que los cambios tienen la esperanza en nosotros mismos, no en aquellos desmemoriados de mandato popular que solo recuerdan a sus financistas a la hora de votar por las leyes que les permiten desde las sombras.
Con Convicción y Pasión
HVS
TA
Valparaíso en llamas no hace mas que hacer una metáfora de una ciudad sumida en el desconcierto y en la deficiente administración municipal en la que se cae en muchos de sus departamentos. El Puerto está siendo torpedeado por las inmobiliarias tal como lo hicieron los españoles cuando les dio a los futuros compatriotas por pelear por la independencia. El Puerto quiere dejar de ser Puerto.
Mientras tanto, Panchito sigue agonizante en sus partes altas, las carencias son las mismas de siempre: cesantía, altos índices de violencia (aunque esta no es privativa de clase social alguna), escasos espacios para el arte y el deporte, adicción a alcohol y drogas duras, y tantos otros efectos sociales que ocurren como se sabe, en un sistema basado en la apariencia del consumo y la masificación del individualismo.
Valparaíso está en llamas y los bomberos yacen cansados, el pueblo está desesperanzado de cambios reales y las organizaciones de base no se reúnen ni se coordinan ni se articulan… el puerto se sigue incendiando, pero por lo menos yo, aún tengo la esperanza de cambios y transformaciones reales, y no solo tengo una esperanza basada en la pelotudez de mi positivismo, sino que la confianza descansa en que trabajo y actúo junto a muchos otros por cambiar el orden de las cosas… el camino es lento, pero el triunfo es innegable.
Para mí, el simple y ramplón reclamo o queja se los dejo a los tontitos de siempre, esos que compran las Ultimas Noticias o La Cuarta esperando informarse, aquellos que ven las comedias y la televisión como entendiendo que la entretención está en esa caja idiotizadora que recrea e invita al consumo (en ningún caso educa o culturiza al pueblo), esos pastelitos que consumen en Líder, Jumbo, Paris, Falabella o Ripley, y siguen hablando de lo aterrador que resulta la concentración de la riqueza… pero siguen dando sus pesos a los mequetrefes que monopolizan los mercados.
Valparaíso está en llamas y muchos de nosotros también… combatimos el fuego con nuestras acciones y nuestros propios fuegos. Avanzamos y superamos la desconfianza y la desesperanza aprendida, participamos de trabajos populares, nos acercamos unos con otros, tejemos redes como la señora Juanita se teje un paletó, y educamos y nos educamos, aprendemos día tras día que los cambios tienen la esperanza en nosotros mismos, no en aquellos desmemoriados de mandato popular que solo recuerdan a sus financistas a la hora de votar por las leyes que les permiten desde las sombras.
Con Convicción y Pasión
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