lunes, 19 de octubre de 2020

Estallido de impunidad de la policía política de Chile

 


1 año y 1 día de la explosión que hizo estallar por los aires el oasis de Sebastián Piñera el 18 de Octubre del 2019. La mecha la encendieron estudiantes secundarixs evadiendo el metro ante el alza de la tarifa a los adultos (ni siquiera a ellos), también ante las frases burlescas de quienes detentan el poder en la administración del Estado.

La gota que rebalsó el vaso fueron 30 pesos que resumieron 30 años de mercado y capital por sobre la vida, derechos y ecosistemas. 30 años de administrar el modelo neoliberal de Friedman y entregar todo el poder al mercado gracias a un Estado pequeños y subsidiario. Y no fue precisa y exclusivamente Piñera y la derecha los mayores administradores, fue una centro izquierda neoliberal que hoy se sienten ofendidos cuando no se quiere pactar con ellos por quienes queremos construir alternativa al neoliberalismo como dogma de sociedad.

Una explosión de un país que parecía adormecido pero que estaba fuertemente enrabiado, se rebeló y exigió finalizar el sistema que funciona en base a una alta desigualdad, una inhumana precariedad, y una considerable corrupción político empresarial. ¿Respuesta del Presidente talvez meditada mientras comía pizzas?: declarar la guerra al propio pueblo que gobierna y sacar los militares a la calle. “La burguesía no tiene miedo de recurrir al fascismo para defender sus privilegios”, decía Durruti en el siglo pasado, creo que aplica a nuestra realidad actual. Pero la respuesta de la población fue contundente, las mayores movilizaciones de los últimos 30 años y con ellos militares debieron volver a sus cuarteles, ellos no tenían la solución para lo que se demandaba en las calles.

Y los 12 meses de revuelta popular pausada por una Pandemia respiratoria que profundiza las desigualdades y por lo mismo las hace más visibles, nos hablan de más de 40 muertes asociadas a la rebelión (Aníbal Villarroel, en La Victoria el 18 de octubre del 2020, la última víctima); más de 400 personas mutiladas y 2 personas cegadas completamente (Gustavo y Fabiola); y más de 2 mil jóvenes encarcelados por más de 10 meses en algunos casos, ¿su delito?, protestar con rabia. Hubieran sido empresarios o políticos sorprendidos en casos de corrupción, una multa, clases de ética, y para la casa.

La gran mayoría de las víctimas de violencia policial aún no accede a justicia, teniendo el INDH la sistematización de todos los procedimientos que se han levantado y el mínimo avance en ello. En otras palabras, opera la impunidad en la violación a los derechos humanos, impunidad entregada por el poder político con Piñera y Pérez a la cabeza. Tampoco se accede a reparación de los daños perpetrados por los agentes del Estado. Incluso los recursos en vez de irse en las víctimas o en el personal de salud que ha dado la lucha contra la pandemia, se entregan en bonificaciones a Carabineros y Militares, los llamados a reprimir las movilizaciones de las mayorías (¿A los infiltrados les llegará doble bono?, talvez uno por cada identidad, quien sabe).

Existe Impunidad y una dantesca parcialidad en el poder político utilizando a las fuerzas represoras. El gobierno invoca la ley de seguridad del interior del Estado por un profesor que destruye un torniquete del metro, pero comprende a parte del gremio camionero que corta caminos y que presiona a que el poder legislativo apure las leyes de seguridad que incentiva el propio gobierno. La policía compartía asados mientras cuidaba la movilización camionera, y eso, la transforma en policía política, pues solo se ocupa con los adversarios del gobierno de turno o del poder fáctico que controla realmente las riendas del país. Uno de los fundamentos de la acusación constitucional contra Pérez es justamente eso.

Rozas, el general responsable máximo de todos los crímenes que han cometido sus subalternos, 1 año después sigue respaldado por el gobierno. Queda claro entonces, que la tesis de que las policías se mandan solas, es una sutileza que permite desligar al Presidente Piñera de la responsabilidad de mando sobre carabineros. 

Imagino al empresario a cargo de Chile, diciéndole al General Rozas y con presencia de Chadwick y Ubilla, “haga lo que tenga que hacer para contener las manifestaciones”. 

“Pero Presidente…” dice el General…

… “Lo que tenga que hacer”, repite Piñera, arreglándose el cuello de la camisa.

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