domingo, 5 de julio de 2020

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En 4 meses de pandemia COVID-19, el país se acerca a las 300 mil personas contagiadas y ya cuenta con más de 10.000 personas fallecidas, aunque las autoridades en su reporte diario informan de poco más de 6 mil, en un intento desesperado por controlar cifras que dejan mejor parado el accionar del gobierno ante una situación inédita a nivel mundial en los últimos 100 años.

En Chile en particular, esta pandemia nos llega en un momento de convulsión y transformación que daba cuenta de más de 30 años de precariedad, desigualdad y corrupción político - empresarial. Teníamos ad-portas un plebiscito que nos permitiría iniciar el camino constituyente que se había abierto por la fuerza social, el 18 de octubre pasado, una fecha que para muchos, inicia también una nueva independencia del país, esta vez, autonomía de la clase empresarial rentista y extractivista que tenía secuestrado un país entero para satisfacer sus intereses de acumulación. ¿O acaso las AFPs y el control del agua o de los mares o de la educación o de la salud o de los medios de comunicación no da cuenta de ello?

Pero llega esta enfermedad que para algunos "líderes de opinión" es un invento que no merece llamarse pandemia, y nos aísla físicamente, nos encierra, y lo que es peor, nos pone a merced de un gobernante especulador y tramposo que recurre al fascismo militar y policial para detener los procesos de cambio abiertos, a la vez que sigue afrontando con recetas neoliberales la solución a los problemas sanitarios, económicos y sociales que ha mostrado esta situación de conmoción.

Con esta pandemia, éste gobernante y ésta oposición (no todos ni todas claro está), han decidido profundizar el camino ante el cual el país se rebeló el pasado Octubre. Las recetas siguen siendo salvar al poderoso y sus inversiones perjudicando al trabajador (Ley de protección del empleo que se paga el propio trabajador con su seguro de cesantía), o prestando dineros públicos para salvar empresas multinacionales como LATAM, pero negando que las personas saquen dinero de sus ahorros previsionales o que el Estado salve las deudas que se empiezan a amontonar en las cabezas y billeteras de miles de familias (Servicios básicos, créditos, educación, arriendo y un largo etc.)

La voracidad y codicia de buena parte de la clase empresarial Chilena, esa apatronada y clasista, optaron por profundizar la represión, en donde incluso el gobierno, ha puesto varias urgencias en contexto de pandemia, a la discusión de una ley que fortalece la seguridad nacional, claro guiño destinado a amedrentar y contener la rabia que se está incubando en un país que por un manejo economicista de una pandemia, tiene miles de personas contagiadas, más de 10 mil muertes muchas de las cuales se pudieron evitar, y cientos de miles de cesantes y empobrecidos que dan cuenta de un gobierno que come cavier y salmón, mientras las ollas comunes sostienen el hambre a base de solidaridad y organización popular, la misma que incubará también otro Chile, uno que se cuida entre todos y todas, no uno que hace negocio y se aprovecha de cada situación para ganar más y seguir ganando, en esa bestialidad de país que se define ultraneoliberal, ultrainhumano

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