lunes, 28 de enero de 2013

La caminata insular en la cadena montañosa


6 horas caminando, 15 kilómetros recorridos desde Bahía del Padre hasta el poblado de San Juan Bautista. Una Reserva Mundial de la Biósfera enclavada en el Océano Pacífico, especies endémicas y otras invasivas. Imágenes del recorrido por parte de la Isla Robinson Crusoe.

Nos bajamos del bote en la Bahía Padre y los Lobos Finos de 2 Pelos nos dan la bienvenida. Su población, de estar en peligro de extinción y contar con 3.000 ejemplares –gracias a la “humanidad” del hombre-, ahora se estima en más de 10.000.
Las nubes acompañarían el andar. El sol no nos llega directamente y el calor con esa compañía, esta climatizado.
De cerca tenemos a la Isla Santa Clara, espacio habitado exclusivamente por Lobos de mar y resguardado por CONAF. Es la única isla que conserva el nombre original de las 3 que componen el Archipiélago. Isla Robinson Crusoe se llamaba Masatierra, y la isla Marinero Alejandro Selkirk se llamaba Masafuera.
El camino las primeras horas es tranquilo y más bien plano, serpenteando los cerros como el camino cintura en Valparaíso. La vegetación es más bien escasa y alcanza para grillos y conejos. El ganado lo encontraremos más adelante, cuando el pasto se multiplica.
La Isla es una formación volcánica de millones de años, y con Rapa Nui, Salas y Gómez, Sán Félix y otras, son parte de un cordón montañoso submarino tan imponente como la Cordillera de Los Andes.
Los verdes empiezan a aparecer en distintos tonos en el paisaje, con ello, también la abundante flora que comparte la tierra insular.
La luma, fuerte madera a punto de ser una especie en peligro de extinción.
Las especies invasivas como Cardo Mariano.
O las características Nalcas.
El Valle de Villagra y sus campos verdes, el Ciprés y su buscada sombra… En Febrero de cada año, se celebra el rodeo de Villagra, oportunidad en la que los ganaderos de la isla marcan sus vacunos, excusa histórica para tener una semana de celebraciones en familia en donde el alcohol, suele ser uno de los principales invitados.
El trayecto ahora ya es en subida entremedio de la pequeña selva de helechos, nalcas y lumas. La humedad muestra un camino que nunca termina de secarse pues no le llega sol directo, y los sonidos, como en los bosques que se diferencian de las plantaciones, dan cuenta de vida y diversidad.
Si los astros cósmicos y la pachamama acompaña, desde el Mirador de Selkirk se puede apreciar ambos lados de la isla. Ahí, en ese punto, el marino escosés vigilaba la presencia de algún barco que lo pudiera sacar de la isla. En la ocasión, las nubes acompañaron todo el camino, pero dejaron fotografiar la isla en su magnitud incluyendo de fondo, la Isla Santa Clara.

Para el lado del poblado, recién había pasado la lluvia, el cielo y los rayos del sol dibujaban un arcoíris que comenzaba a apagarse, escondida del cerro Salsipuedes.
@René Squella Soto

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